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SHUNGA

Una filosofía de placer que nace del arte

SHUNGA toma su nombre de una tradición tan audaz como refinada. En japonés, shunga significa “imágenes de primavera”: un eufemismo poético que, desde la época Edo, celebraba la intimidad con humor, ternura y belleza. Esa visión —que entiende el deseo como algo natural, alegre y compartido— es el corazón de la propuesta de SHUNGA: el placer como cultura, como gesto cotidiano y como arte de vivir.

Lejos del tabú, el shunga histórico convirtió la sensualidad en un lenguaje visual sofisticado. Sus maestros del ukiyo‑e supieron capturar expresiones de gozo, complicidad entre amantes y una teatralidad juguetona que desdramatiza el erotismo. SHUNGA hereda ese espíritu para transformarlo en experiencias sensoriales contemporáneas: texturas que acarician, aromas que despiertan la imaginación y rituales íntimos que reconectan cuerpo, mente y deseo.

En Erotiks, esa mirada nos inspira. Porque cuando el placer se aborda con arte y respeto, se vuelve más libre, más elegante, más nuestro.

Historia, inspiración y posicionamiento

El shunga floreció en el Japón urbano de la era Edo, en diálogo con la “ciudad flotante” de los teatros, las casas de té y los barrios del placer. Sus ediciones circulaban entre samuráis, comerciantes, artesanos y también mujeres lectoras; piezas que se prestaban en bibliotecas, se regalaban a parejas jóvenes como guía y se atesoraban con naturalidad. A pesar de los periodos de censura, persistió con una resiliencia que solo acompaña a lo que la sociedad considera significativo.

Esta línea histórica sitúa a SHUNGA en un territorio singular: el de las marcas que no solo fabrican productos, sino que cultivan una cultura del placer. Inspirada en ese legado, SHUNGA se posiciona como referencia de bienestar erótico con sensibilidad artística. Su universo no busca provocar, sino sugerir; no pretende enseñar desde la rigidez, sino invitar a descubrir desde la curiosidad. Así, cada creación se entiende como una pequeña “estampa contemporánea”, lista para ser vivida en la piel.

La estética también marca su identidad: colores, composición y un gusto por el detalle que rinde homenaje a los grabados antiguos, a su ironía amable y a sus relatos íntimos. SHUNGA dialoga con la tradición para hablarle al presente: una visión inclusiva, sex‑positive y conscientemente hedonista.

Diseño, materiales y estándares de calidad

El arte del ukiyo‑e transformó escenas de la vida cotidiana en imágenes llenas de sutileza. Esa misma sensibilidad guía la forma en que SHUNGA concibe el diseño y la experiencia táctil: lo cotidiano se vuelve extraordinario cuando la calidad es evidente, el tacto es exquisito y el gesto resulta ceremonial.

El arte de la textura

En el mundo de SHUNGA, la textura es lenguaje. Se busca la caricia que desliza con naturalidad, el acabado que respira con la piel, la sensación que invita a alargar el tiempo. Desde un primer contacto sedoso hasta un brillo apenas perceptible, cada detalle sugiere un ritmo íntimo, atento y considerado. Es la materialidad al servicio de la emoción.

El poder del aroma

La fragancia abre puertas a la memoria y al deseo. Inspirada en el gusto japonés por la armonía, la paleta olfativa de SHUNGA tiende a lo envolvente: notas que calman, que calientan el ambiente o que despiertan el juego. No se trata de saturar, sino de insinuar; de acompañar la escena, no de imponerse. Así, el olfato se convierte en guión sutil que sostiene la fantasía.

El detalle que convierte un gesto en ritual

El diseño cuidadoso —que piensa en la ergonomía, en la dosificación, en el instante de abrir y en el de guardar— habla de respeto. Respeto por la experiencia, por el tiempo compartido y por el cuerpo. SHUNGA cuida la presentación como se cuida una ceremonia: desde lo visual hasta lo funcional, todo invita a bajar el ritmo y prestar atención a lo que importa.

Si te atrae comenzar por la vía sensorial, descubrir una selección de aceites y cremas de masaje puede ser el primer paso para diseñar tu propio ritual.

Innovación con alma clásica

La innovación, en SHUNGA, no es ruido: es refinamiento. Es investigar cómo responden la piel y los sentidos, para crear fórmulas y acabados que se integren con el cuerpo y sus tempos. Es atender a la diversidad de gustos, temperaturas y modos de juego. Es escuchar a las parejas y a quienes disfrutan a solas, y traducir esas historias en soluciones sensoriales.

El resultado es una propuesta contemporánea, consciente y exigente. Productos pensados para que el placer sea cómodo, amable y sostenible en el tiempo; para que el cuerpo sienta libertad de moverse, para que la mente encuentre calma y el deseo fluya sin prisas. En este equilibrio —entre técnica y poesía— la marca encuentra su firma.

Beneficios emocionales y experienciales

Del shunga histórico heredamos una lección luminosa: la intimidad se disfruta más cuando se mira con humor, sin vergüenza y con cuidado. SHUNGA lo traduce en beneficios concretos que reordenan la experiencia:

  • Confianza: texturas agradables y fragancias bien calibradas ayudan a relajar el cuerpo y a escuchar el deseo propio.
  • Complicidad: el diseño invita a conversar con la piel del otro, a leer señales, a construir un ritmo compartido.
  • Curiosidad: pequeñas variaciones de temperatura, aroma o presión abren escenas nuevas sin necesidad de grandes gestos.
  • Presencia: la belleza de los detalles focaliza la atención en el aquí y ahora; en cómo respiramos, tocamos y somos tocades.

Esta es la promesa más íntima de SHUNGA: convertir cada momento en un espacio seguro, estético y estimulante para sentirse bien —en solitario o en pareja— sin etiquetas ni guiones obligatorios.

SHUNGA y la visión de Erotiks

En Erotiks seleccionamos marcas que dialogan con nuestra visión del placer: elegante, inclusivo, confiable y cálido. SHUNGA encaja de manera natural en ese universo porque honra la diversidad —de cuerpos, de prácticas, de identidades— y entiende la sensualidad como un lenguaje compartido, nunca como imposición.

La marca también encarna un enfoque educativo sin solemnidad. Igual que las estampas de época servían de guía amable para recién casados y parejas jóvenes, SHUNGA propone descubrir, afinar la intuición y aprender a disfrutar desde el respeto y el consentimiento. Es una estética que habilita: porque cuando la belleza nos envuelve, el juego se vuelve más fácil, más propio.

Universos de producto y usos sugeridos

El legado del shunga siempre habló de escenas cotidianas: un futón, una taza de té, un gesto cómplice. SHUNGA recupera esa idea para convertir lo cotidiano en sensual. Algunas claves para crear tu propio guion:

Rituales de masaje

El masaje es un lenguaje. Elegir una textura adecuada y un aroma envolvente puede transformar una tarde cualquiera en un encuentro memorable. Empieza por las zonas menos obvias —hombros, antebrazos, espalda baja— y ve dejando que el ritmo marque el camino. Mantén el contacto visual cuando te apetezca; ríe si algo sorprende; cambia la presión para escuchar lo que el cuerpo pide. Si te inspira, explora matices con una selección de aceites afrodisíacos que amplifican la atmósfera sin abrumar.

Clima y ambientación

Una escena bien puesta a punto invita a aflojar el control. Una luz cálida, una música suave y una fragancia que envuelve bastan para cambiar de estado. Sube el telón despacio: preparar el ambiente también es parte del juego. Si disfrutas del componente sensorial, considera piezas para el entorno como incienso y velas de masajes, que aportan calidez y una luz que acaricia las formas.

Temperatura, ritmo y sorpresa

El shunga celebró la exageración como un guiño lúdico. En el cuerpo, ese guiño puede ser un contraste de temperaturas, un cambio de velocidad, una pausa larga y consciente. Jugar con lo inesperado genera atención y deseo; y al mismo tiempo, mostrar la intención aumenta la confianza. La clave está en combinar ambos con cariño.

Solos o en compañía

El bienestar íntimo también es un espacio propio. Dedícate tiempo, prueba con tu respiración, disfruta de la caricia como una forma de meditación. Y si compartes el momento, deja que la curiosidad os guíe: turnos de masaje, improvisación o una “escena” repetible que se convierta en vuestro ritual favorito. No hay prisa; el deseo madura con calma.

Inclusión, consentimiento y juego

El shunga histórico reflejó una sociedad que, a su manera, aceptaba la diversidad del deseo: parejas de distinta condición, encuentros que desbordaban lo normativo, humor que desactivaba la vergüenza. SHUNGA actualiza esos valores con un enfoque claro: todas las identidades, cuerpos y orientaciones son bienvenidas. El consentimiento es el marco; el juego, la herramienta; y el placer, el objetivo compartido.

Hablar antes, durante y después del encuentro crea un vínculo que incluso las mejores texturas no pueden suplir. Un “¿así está bien?” o un “¿probamos otra cosa?” son parte del erotismo. Cuando existe esa escucha, cada producto sensorial se convierte en un canal para explorar sin miedo.

Del grabado a la piel: estética que educa

En su origen, el shunga enseñaba sin manuales: escenas de gestos, miradas, telas que se abren, susurros que invitan a la complicidad. SHUNGA traduce esa narrativa en una educación suave, que no sentencia ni norma. Un buen aceite, una fragancia tenue y una puesta en escena cuidadosa sirven para aprender a sostener el deseo con elegancia, para entender los ritmos del propio cuerpo y para descubrir nuevas maneras de decir “sí”.

Esta pedagogía implícita —hecha de detalles— es quizá el aporte más valioso de la marca: no solo sumas productos, incorporas un modo de estar, un estilo de disfrutar que se contagia a toda la relación con el placer.

Armonía entre tradición y presente

Arraigada en una historia que reconoce el erotismo como parte de la vida, SHUNGA se siente cómoda en el presente: combina sensibilidad artística con exigencia contemporánea, belleza con funcionalidad, juego con cuidado. Honra las formas clásicas sin volverse museo; abraza la innovación sin perder alma.

Tal vez por eso despierta fascinación: porque recuerda —con una sonrisa— que el erotismo fue, es y seguirá siendo un territorio de alegría, un espacio donde aprender y reír, una celebración de la piel con lenguaje propio.

Propuestas para un ritual SHUNGA

  • Preludio sensorial: ventilación suave, luz cálida, dos respiraciones profundas y una fragancia discreta que marque el inicio.
  • Contacto pausado: manos templadas y recorrido lento. Empieza lejos del “centro” y acércate cuando el cuerpo lo pida.
  • Variaciones: alterna presión, ritmo y dirección. Introduce silencios que permitan sentir el eco de cada caricia.
  • Cierre atento: un abrazo quieto, un vaso de agua, una sonrisa. El final es también parte del recuerdo.

Quienes deseen intensificar la sensación pueden explorar alternancias de temperatura o elegir formulaciones pensadas para el calentamiento suave. Y quienes prefieran un juego gustativo encontrarán opciones comestibles que añaden un componente lúdico y tierno a la escena. El objetivo no cambia: cuidar el vínculo entre sensación y emoción.

Calidad que inspira confianza

Confiar en una marca que entiende el placer como bienestar es fundamental. SHUNGA apuesta por la coherencia: diseños que invitan a la calma, acabados que miman la piel y una estética que celebra la intimidad con respeto. La calidad no es un atributo aislado, es un ecosistema: desde el envase y su gesto hasta la experiencia completa de uso.

Esta coherencia convierte cada encuentro en un evento amable, con principio y final, con intención y memoria. Un lujo cotidiano que no compite con nada, simplemente mejora aquello que ya existe entre tú y tu deseo.

SHUNGA en el universo Erotiks

La curaduría de Erotiks sostiene un criterio claro: elegancia, seguridad, disfrute. SHUNGA, con su raíces en la estética del ukiyo‑e y su enfoque sensorial, aporta una dimensión artística al bienestar íntimo que apreciamos especialmente. En nuestras colecciones convive con otras propuestas que invitan a jugar y a sentir; pero su sello —esa mezcla de poesía, humor y tacto— la hace inconfundible.

Si te atrae la idea de diseñar una escena con todos los sentidos, te encantará explorar opciones con efecto térmico, o incluso propuestas comestibles para alternar texturas y sabores de forma sutil. Elegir con atención es el primer acto erótico del ritual.

Para quienes disfrutan de una ambientación completa, además, una selección de velas de masaje y aromas puede marcar la diferencia entre un momento agradable y un recuerdo inolvidable.

Cierre: el arte íntimo de vivir con placer

Las “imágenes de primavera” nos legaron una verdad sencilla: cuando el erotismo se nombra con belleza, se expande. SHUNGA honra esa herencia y la trae al presente con un lenguaje de caricias, temperaturas y fragancias que reconcilian el cuerpo con el tiempo lento. Es una invitación a vivir la intimidad como arte: cotidiano, disfrutable, delicioso en su detalle.

En Erotiks celebramos ese camino. Si te conmueve la idea de convertir la piel en escenario y el deseo en un relato compartido, estás en el lugar adecuado. Elige tus notas, prepara la luz, escucha la respiración: el ritual comienza cuando te dices sí.

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